dilluns, de maig 18, 2009

La peligrosa deuda de Obama

Diario SIGLO XXI.
The Washington Post Writers Group.
Robert J. Samuelson

Exactamente ¿cuál es el volumen de deuda pública en el que tiene que incurrir un presidente para ser considerado “irresponsable”? Bien, uno mucho mayor al parecer que las cantidades masivas previstas por el Presidente Obama. La versión final de sus presupuestos para el ejercicio 2010, dada a conocer la semana pasada, constituye un ejemplo de manual de creación de riesgos económicos e interés político.

Veamos. De 2010 a 2019, Obama proyecta un déficit anual neto de 7,1 billones en total; esos se suman al déficit de 1,8 billones de dólares del ejercicio 2009. Hacia 2019, la razón entre deuda federal pública y producto interior bruto (PIB, o la economía) alcanzaría el 70 por ciento, por encima del 41 por ciento de 2008. Será el más elevado desde 1950 (80 por ciento). La Oficina Presupuestaria del Congreso, usando pronósticos menos halagüeños, eleva estas estimaciones. Los déficits 2010-19 sumarían 9,3 billones de dólares; el cociente entre deuda y PIB en 2019 sería del 82 por ciento.

(Nota: el déficit es la diferencia entre el gasto del gobierno y su recaudación fiscal. La deuda es el préstamo total en que se incurre a causa de los déficits de ejercicios anteriores.)

Pero aguarde: incluso estos totales pueden quedarse cortos. Según diversas estimaciones, el plan de salud de Obama podría costar 1,2 billones de dólares a lo largo de una década; Obama solo ha presupuestado 635.000 millones. Además, los considerables déficits se registran a pesar de la acusada contracción del gasto en defensa. De 2008 a 2019, el gasto federal total se elevaría un 75 por ciento, pero el gasto en defensa solo sube un 17 por ciento. A menos que las amenazas en el extranjero cedan, tanto el gasto militar como los déficits podrían elevarse.

Republicanos cabreados aparte, estas cifras sobrecogedoras han recibido muy poca atención -- un tributo a la capacidad casi zen de Obama de desalentar cualquier crítica rigurosa. Todo el mundo tiene la vista puesta en la crisis económica actual, que explica y justifica déficits de bulto (ingresos fiscales perdidos, gasto anti-recesión) durante unos cuantos años. Casi nadie se da cuenta de que esos déficits enormes se prolongan indefinidamente.

Una razón de que Obama sea tan popular es que ha prometido a casi todo el mundo impuestos más bajos y más gasto. Más allá de los indignos que ganan más de 250.000 dólares, el 95% de las "familias trabajadoras" reciben una rebaja fiscal. Obama duplicará el gasto federal en investigación básica de "agencias clave.” Quiere construir infraestructuras de ferrocarril de alta velocidad que exigirán de subsidio constante. Obama puede hacer todo esto y más a base de endeudarse.

Considere la deuda externa como un sucedáneo de evasión fiscal. El presidente no quiere que los estadounidenses se enfrenten a elecciones entre menor gasto o impuestos más altos -- o, teniendo en cuenta el déficit existente, quizá entre (BEG "menos gasto y más impuestos". Discursos aparte, Obama no ha hecho nada para reducir el gasto de jubilar a la generación post Segunda Guerra Mundial. Afirma estar conteniendo el gasto sanitario total, pero en realidad propone más gasto público.

Amortizar los futuros déficits con subidas fiscales o bien mediante recortes del gasto exigirá cambios sustanciales. Descontando el efecto de la recesión sobre el déficit, Marc Goldwein, del Comité por un Presupuesto Federal Responsable, sitúa el "déficit estructural" subyacente -- la diferencia directa entre los compromisos de gasto del gobierno y su base impositiva -- entre el 3 y el 4% del PIB. En dólares a la inflación actual, son entre 400.000 y 600.000 millones de dólares más o menos.

Cierto es que desde 1961, el presupuesto federal ha registrado déficit todos los ejercicios menos cinco. Pero la deuda pública resultante ha permanecido de manera constante por debajo del 50% del PIB; es el equivalente a un hogar con 100.000 dólares de renta que tiene una deuda de 50.000 dólares. Los efectos económicos adversos, de producirse, eran modestos. Pero los colosales déficits futuros de Obama rompen este patrón y se vuelven más amenazantes.

En el mejor de los casos, el creciente precio de la deuda intensificará la presión de subir los impuestos y recortar el gasto -- o generar déficits mayores e insostenibles. Según estimaciones de la Oficina Presupuestaria del Congreso, los intereses de la deuda como porcentaje del gasto federal se duplicarán entre 2008 y 2019, del 8% del total al 16%. Los enormes déficits presupuestarios también podrían debilitar el crecimiento económico al "adjudicarse el préstamo" que en otras circunstancias iría a la inversión privada.

En el peor de los casos, la descontrolada deuda podría provocar una crisis financiera futura. El peligro reside en que "no seamos capaces de financiarla (la deuda del estado) a tipos de interés razonables," dice la economista Rudy Penner, gerente de la Oficina Presupuestaria de 1983 a 1987. En el clima de inquietud económica actual, esto no ha sucedido. Los inversores estadounidenses y extranjeros se han decantado por títulos de deuda pública estadounidense "garantizada." Pero la abundancia de títulos, los temores de inflación -- o de algo más -- podrían hacer pedazos la confianza en algún momento. El precio de la deuda podría bajar acusadamente; los tipos de interés subir. Las consecuencias podrían ser mundiales porque los extranjeros son titulares de la mitad de la deuda pública estadounidense.

Los presupuestos de Obama flirtean con el embargo diferido, aunque no podemos saber la forma que podría cobrar o cuándo podría tener lugar. El actual beneficio se produce con el riesgo de pérdidas futuras. Como demuestra la presente crisis económica, las políticas imprudentes terminan saliendo por la culata incluso si la naturaleza y el momento del cambio de tendencia son imprevisibles.

El milagro es que estos asuntos hayan pasado tan desapercibidos. Imagine hipotéticamente que un Presidente McCain hubiera presentado un plan presupuestario idéntico al de Obama. Habría tenido lugar casi seguro un considerable escándalo: " McCain hipoteca nuestro futuro.” Obama no debería ser juzgado según un estándar menos exigente.

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